Chilpancingo, Guerrero a 07 de mayo del 2025. En una sesión solemne que resalta la memoria histórica y el compromiso con las causas sociales, la diputada Araceli Ocampo Manzanares presentó una iniciativa trascendental ante el Honorable Congreso del Estado de Guerrero. Con esta propuesta, se busca inscribir el nombre de Emiliano Zapata Salazar en el Muro de Honor del Salón de Sesiones, un acto que simboliza la justicia histórica y el reconocimiento a uno de los personajes más emblemáticos de la lucha por los derechos agrarios en México.



Con palabras llenas de emoción y firmeza, la diputada inició su intervención citando una frase que resonó con fuerza en el recinto: “Si no hay justicia para el pueblo, que no haya paz para el gobierno”. Este llamado, que evoca la esencia de Emiliano Zapata, marcó el tono de un discurso que destacó la relevancia de honrar su memoria y su lucha incansable por los derechos de los campesinos.
Araceli Ocampo recordó que Emiliano Zapata, nacido en Anenecuilco, Morelos, fue un hombre del pueblo, un hijo del campo que desde joven presenció las injusticias cometidas contra los campesinos y las comunidades indígenas. Fue testigo del despojo de tierras comunales por parte de los hacendados, lo que sembró en él una convicción inquebrantable: “La tierra es del que la trabaja”. Este principio se convirtió en la base del Plan de Ayala, un documento que trascendió como una carta de derechos para los pueblos originarios.
La diputada subrayó que Zapata no fue un político tradicional ni un militar de carrera, sino un líder genuino que surgió desde las entrañas del pueblo. Su lucha fue una respuesta a las condiciones opresivas del porfirismo, el engaño maderista y el oportunismo carrancista. Como líder del Ejército Libertador del Sur, Zapata representó la voz de quienes vivían sin tierra, sin derechos y sin nombre.
El 10 de abril de 1919, Emiliano Zapata fue traicionado y asesinado en Chinameca. Sin embargo, su muerte no apagó su causa; al contrario, dio lugar al nacimiento de una leyenda que sigue viva más de un siglo después. Su legado permanece en cada comunidad que defiende sus tierras, en cada protesta que exige justicia y en cada movimiento social que lucha contra la desigualdad.
En este sentido, Ocampo destacó que Guerrero ha sido una tierra fértil para el pensamiento zapatista. Desde las comunidades indígenas hasta los movimientos sociales y agrarios, la figura de Zapata ha inspirado a generaciones enteras a resistir y luchar por sus derechos. Organizaciones como la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC) y campesinos que enfrentan megaproyectos extractivistas llevan consigo el espíritu zapatista.
La diputada enfatizó que inscribir el nombre de Emiliano Zapata en letras doradas no es solo un homenaje simbólico; es un compromiso con la historia y con los principios de justicia social. Este acto debe servir como recordatorio constante para legislar desde la ética, con respeto a la tierra y a quienes trabajan en ella.
“Que estas letras de oro nos recuerden cada día que debemos legislar para los olvidados, para quienes aún esperan una patria verdaderamente justa”, expresó Ocampo con determinación. Hizo un llamado a sus compañeros legisladores para que este reconocimiento no sea un gesto vacío, sino una acción cargada de contenido y significado.
El legado de Emiliano Zapata vive no solo en los ejidos del sur y el centro del país, sino también en movimientos contemporáneos como el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), quienes han renovado su lucha desde perspectivas indígenas, feministas y anticapitalistas. Desde los Altos de Chiapas hasta las tierras de Guerrero, su nombre sigue siendo un símbolo de esperanza y resistencia.
Al cerrar su intervención, la diputada concluyó con una frase contundente: “Zapata vive. La lucha sigue”. Con esta propuesta histórica, se busca no solo honrar al líder revolucionario, sino también reafirmar el compromiso del Congreso con las causas sociales y con aquellos que continúan luchando por justicia y dignidad en Guerrero y en todo México.